22 Junio 2012, 11:32 AM
Vivencias cotidianas de allí y aquí
Escrito por: Aida Trujillo Ricart (https://aidatrujillo.wordpress.com/)
Madrid, una bella ciudad que llora
Cuando aterricé en Madrid, el pasado mes de febrero, tenía la ilusión de reencontrar, tras un largo periodo de ausencia, a la misma ciudad que abrigó casi toda mi vida. Aunque debo reconocer que me daba cierto miedo el enfrentarme a la ausencia de mi amado hijo Jaime, fallecido en julio de 2010.
Contaba con apenas siete años de edad cuando me trasladé a un internado de aquí, concretamente al Colegio del Sagrado Corazón, situado en el sector Chamartín de la Rosa. Una auténtica cárcel para “llevar por el buen camino” a las niñas de “buenas familias”.
Había una parte en la que acogían, también, a las de “no tan buenas”, pero nunca nos dejaban juntarnos. Todo lo hacíamos por separado. Hasta íbamos a misa, en la capilla del colegio, en alas separadas. Por otra parte nos insistían en las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia sobre la igualdad de los seres humanos. Una auténtica contradicción.
Pero hoy no deseo hablar sobre esa famosa institución sino sobre la ciudad que me acogió, desde edad muy temprana.
Salvo algunas breves excepciones, mi existencia ha transcurrido mayormente en esta ciudad. Existen muy pocos lugares que no me hagan evocar algún episodio de la misma.
Mis cuatro hijos nacieron en la villa que, con el tiempo, se ha convertido en una gran urbe. A pesar de que he recorrido casi toda España, que es preciosa, y muy variopinta en todos los aspectos, siempre he dicho que “mi Madrid es mi Madrid”.
Sin embargo, al llegar, no podía imaginar que, debido a la famosa crisis económica actual, iba a hallar una ciudad tan anímicamente destruida.
Desde que vine aquí, para el curso 1959-60, he vivido de todo en ella.Desde el apogeo franquista, su decadencia, la muerte del dictador, la admirable transición hacia la ansiada democracia, el fallido, a Dios gracias, golpe de estado, varias crisis económicas, etcétera. Un sinfín de acontecimientos tanto históricos como personales.
Pero, a pesar de conservar su belleza y elegancia, Madrid no es la que era, ni mucho menos. Su gente, mucha de ellas en paro laboral y/o sin casa, está triste, deprimida, desanimada y, lo que es peor, muy pesimista.
Ante la situación actual, el desánimo es algo lógico. Pero, con todas las experiencias que he vivido aquí, incluso bajo el yugo de Franco, quien conozca tan bien como yo esta ciudad, comprenderá la desagradable sorpresa que me he llevado.
Madrid ha perdido su alegría de siempre, un hecho que me entristece enormemente. En términos generales, incluso las personas que han tenido la suerte de no verse afectadas excesivamente por la crisis, ya no es la misma.
En Madrid se respira un ambiente deprimente, aunque los políticos se afanen en querer convencer a la población de las futuras y prometidas “mejoras”. Y no soy yo la única que lo afirma.
Es posible que, el turista, el visitante de paso, no perciba, como yo, el hundimiento moral que sufre la ciudad.
Pero la conozco demasiado bien como para no darme cuenta de su llanto interior, que me transmite en cualquier lugar, incluso de ocio, al que me dirijo.
Hasta en los locales que han podido sobrevivir (muchos se han visto obligados a cerrar sus puertas) y siguen manteniendo a casi toda su clientela habitual, se nota, se respira un aire melancólico que, repito, nunca había sentido antes en esta ciudad.
Amo a esta ciudad, a sus famosos edificios y fuentes, como son la Puerta del Sol, La famosa Cibeles, la Puerta de Alcalá, la Gran Vía, su maravilloso Parque del Retiro, y un largo etcétera.
Amo a sus museos, sus calles, sus horarios, sus bares, incluso algunos humildes, en fin, a toda ella, incluyendo los sectores menos agraciados. Es por lo que, al ser yo muy sensible, cada noche al acostarme, noto, siento que Madrid llora.
Sí, señores, las ciudades también lloran porque abarcan el sentimiento general de sus habitantes. Madrid llora desconsolada, como si esta situación no fuese a cambiar nunca.
Y, según me voy enterando, mediante los expertos en la materia, pues yo de economía no entiendo nada en absoluto, la cosa va para largo. Según ellos aún no hemos “tocado fondo”.
Hasta, alguno de esos especialistas, aconseja a los jóvenes que se marchen a trabajar a otros países, que busquen otros horizontes pues, en este, lamentablemente, la situación no va a cambiar de un día para otro.
Un ejemplo es el siguiente: En varias charlas, impartidas a jóvenes estudiantes, el experto en economía, Leopoldo Abadía, les aconseja que conozcan las cuentas de casa. Añade que se planteen buscar empleo en cualquier parte del mundo. Fuente: Ignacio Pérez (El Correo)