1 Junio 2012, 10:54 AM
Vivencias cotidianas de allí y aqui
Escrito por: Aida Trujillo Ricart (https://aidatrujillo.wordpress.com/)
Ermita de la Virgen de los Remedios, en Colmenar Viejo (Madrid)
El pasado sábado, día 26 de mayo, para distraerme de mis penas y pesares, unos amigos entrañables, Ana y Javier Garrosa, me invitaron a almorzar y pasear fuera de Madrid.
Estuvimos en Navacerrada, un pueblo que está emplazado en la sierra madrileña, en la Residencia de Militares, en donde degustamos unos “judiones” exquisitos, acompañados de chorizo, tocino y morcilla.
Una delicia que, por puro placer y glotonería, antecedió a un cochinillo asado y unas “natillas”.
Después, nos dirigimos a otro pueblo, Manzanares El Real, famoso por su castillo, muy bien conservado, como podrán comprobar en la foto, en donde dimos un largo y agradable paseo, caminando.
Sin embargo, a pesar de lo bien que mis amigos hicieron que transcurriese mi sábado, gracias a su amorosa y simpática compañía, no esperaba encontrarme con una hermosa sorpresa: la Ermita de la Virgen de los Remedios, en el término municipal de Colmenar Viejo, una villa cercana a la capital, adonde insistieron que acudiésemos.
Ellos ya la conocían, pero yo no tenía idea de su existencia, como muchos otros, incluso siendo madrileños.
A la entrada a la capilla, me senté en uno de sus bancos de madera y permanecí rezando, ante su presencia, un rato, en el que se me llegaron a saltar las lágrimas.
Quedé, además, impresionada por la belleza de la figura de la Virgen, del altar, por la sencilla beldad de su templo y la de su entorno natural.
Con la repoblación de Colmenar Viejo, en los restos del primitivo templo, dedicado a San Bartolomé, el pueblo levantó una ermita, inspirados por el propio santo, según se comenta, en donde se incorporó el culto a Nuestra Señora de los Remedios, en 1670.
Importante es, también, tener conocimientos sobre los restos y yacimientos arqueológicos, de gran interés, que confirman la presencia visigoda en la fundación de esa villa.
Los vetustos hallazgos, efectuados en las inmediaciones de la ermita, nos mantienen al tanto de que existieron pequeños núcleos de población, que organizaron esta zona, alrededor del siglo VII d. C.
El terreno, en donde está emplazada dicha ermita, escondía una necrópolis que corresponde, aproximadamente, a los siglos VI y VII. Estos datos los refiere una campaña arqueológica que tuvo lugar en noviembre y diciembre de 1999 y en junio de 2003.
En la actualidad, podemos contemplar, junto al santuario, parte de la arquitectura funeraria de un reducido cementerio, que conserva algunas sepulturas pertenecientes a pequeños panteones familiares. En su interior se inhumaron varias personas fallecidas, acompañadas por un ritual en donde no faltaba la “jarrita funeraria”, una tradición pagana que fue sustituida por un culto religioso.
De igual modo, el área funeraria se agrupó a lo largo de este montículo, en cuya parte superior se levantó un templo, que serviría a cubrir las necesidades espirituales de las comunidades rurales próximas.
El pasado representado por los restos romanos, visigodos y medievales, tocó fin con la presencia de la Familia Mendoza. Colmenar recibió, entonces, el privilegio, de “Villazgo”. Éste fue otorgado, en el 1504, por el Rey Fernando el Católico, quedando, así, Colmenar, segregado de la jurisdicción de Manzanares El Real.
Así, pues, su papel histórico, expone y justifica buena parte de su herencia patrimonial, su engrandecimiento y auge durante el Renacimiento. De ahí se deriva su riqueza monumental más relevante, que abarca desde la espléndida Basílica de Nuestra Señora de la Asunción hasta la colección de ermitas situadas en el entorno de la villa.
El Cabildo Parroquial dispuso colocar a la Virgen de los Remedios en esa ermita, por estar enclavada en un lugar céntrico, desde donde se divisan muchos pueblos de la parte meridional del Real de Manzanares. Su fin era fomentar, entre los mismos, peregrinaciones y visitas a la imagen de Nuestra Señora. Su hermoso altar fue adaptado para que sirviese, además de a la tradicional devoción a San Bartolomé, también de asiento a la Virgen.
Hablar de la familia Mendoza es, con mucho, narrar la historia de una de las más importantes familias, ligada íntimamente con la historia de Castilla y de España.
De la notabilidad histórica de Colmenar Viejo, los rasgos que fortifican su encanto turístico son su condición de “capital”, y “Puerta de acceso a la Sierra”, condiciones que se cimientan en el devenir histórico en que Colmenar se vio inmerso. La villa posee una identidad propia, fruto de un rico legado histórico de siglos, y la acumulación de recursos naturales, culturales y patrimoniales.
De los datos que aportan cierta luz sobre el origen de la devoción a la Virgen de los Remedios, parece ser que, la versión con más sentido, es que nos encontramos ante una de esas imágenes que acompañaban a los ejércitos medievales en sus batallas. Cuando éstas finalizaban, los Mendoza, Señores del Real de Manzanares y sus contornos, la entregaban a la Parroquia de Colmenar Viejo, por ser la principal de la comarca, para que recibiese el mayor agasajo posible.
La imagen de la Patrona de la villa, es una talla en madera, de estilo románico tardío, y se venera en este hermoso altozano, centrado en un pinar, situado a 4.5 Km. del centro urbano.
De ella, se conservan algunas fotos anteriores al 1914, en las que se puede comprobar que estaba compuesta, únicamente, por un rostro y unas manos, siendo el resto del cuerpo un armazón de madera. Éste se cubría con ricos mantos de tela y, como hemos mencionado, su cabeza lucía una espléndida corona.
En 1914, siendo párroco de Colmenar Viejo don Agustín Ruiz de Villarrubia, se llevó a restaurar la imagen a los Talleres Granda de Madrid. De dicha artística restauración volvió, renovada, la actual efigie.
La rehabilitación también retocó su rostro, aportando su serena belleza, que nos recuerda a las más bellas serranas. Los dibujos de sus vestidos fueron tomados por don Félix Granda de unos restos de casullas del siglo XIII, existentes en Roma.
Don Agustín juró solemnemente, delante del pueblo, que aquella era la imagen de Nuestra Señora de los Remedios. A partir de entonces su culto creció de modo espectacular, hasta nuestros días. Al parecer, carecen de fundamento las versiones acerca de su aparición, ignorándose la fecha exacta en la que el pueblo decidió nombrarla su Patrona.
Su figura, durante la Guerra Civil Española, fue depositada en el Museo de Arte Moderno de Madrid, de donde se recuperó al término de la contienda. Le faltaban, entonces, la corona de oro y pedrería que poseía anteriormente. Sin embargo, existen datos que demuestran que la talla se encontraba oculta bajo el suelo de la ermita.
En el año 1942 fue declarada, por el Consistorio local, “Alcaldesa de honor de Colmenar Viejo”. A posteriori, fue coronada, canónicamente, por el Cardenal Antonio María Rouco Varela, e1 24 de junio de 2001.
La talla de la Virgen de los Remedios mide tan solo unos 80 cms. de altura. Está vestida con una túnica y un manto, a modo de capa romana, cerrado con un broche, una toca, que le cae hasta los hombros y rodea su cabeza, y un calzado puntiagudo.
Se encuentra sentada de frente, en actitud de escucha y diálogo para con sus devotos. Su Santo Niño, reposa sobre sus rodillas y va vestido de modo semejante al de su Madre, pero con los pies descalzos. A modo de bendición a sus fieles, levanta los dedos índice y medio de la mano derecha, mientras, con la mano izquierda, sostiene un libro que simboliza el Evangelio. Esto es algo propio del siglo XIII pues, en el XII, las imágenes eran más pequeñas y tenían un aspecto rígido.
La conclusión es que nos topamos con una escultura románica, perteneciente a finales del XII o principios del XIII, por tener los caracteres propios de las de esa época. En la parte posterior, tiene una inscripción, en lengua latina, que apunta: «Esta antigua efigie de la Santísima Virgen María de los Remedios, fue restaurada, a instancia de los habitantes de Colmenar Viejo, y dedicada, de nuevo, al culto, el 31 de mayo de 1914.»