Aída Trujillo

marzo 6, 2012

Publicaciones en el periódico El Nacional, Las planificaciones y proyectos en nuestras vidas

2 de marzo de 2012, 12:14 PM

Vivencias cotidianas de allí y aquí

Escrito por: AidaTrujillo Ricart ( https://aidatrujillo.wordpress.com)

Las planificaciones y proyectos en nuestras vidas

Es una gran verdad que, el tener ilusiones y proyectos, es positivo y necesario en nuestras vidas. Sin embargo, muchas veces no nos planteamos el que cabe la posibilidad de que, lo que tenemos trazado como algo seguro, pueda variar inesperada y  súbitamente, debido a cualquier motivo, por ínfimo que éste sea.

John LennonBien afirmaba, el maravilloso e inolvidable John Lennon, que Dios tenga en su Gloria, que “la vida es lo que acontece mientras hacemos planes”.

Esta vez, como muchas otras, me ha vuelto a tocar el tener que cambiar lo que tenía ideado, de forma algo drástica, además. Hace apenas una semana tuve que dejarme llevar por lo que la vida me tenía reservado sin que yo tuviese conciencia de ello.

Unos días antes, había sufrido un percance doméstico, algo aparatoso, que afectó seriamente mi salud.

Y es que es cierto lo que afirma el Dr. Jorge Bucay, eminente psicoanalista y escritor, sobre las secuelas que puede dejar la pérdida de un hijo. Desde que Jaime Mª, mi segundo retoño, falleció, no he vuelto a “levantar cabeza”.

Dr. Jorge BucayPero, hace un par de semanas, “toqué fondo”. Mi estado de salud se vio realmente maltratado, sin motivos aparentes, y no tuve más remedio que viajar a Madrid, en donde me encuentro en los momentos en los que estoy escribiendo estas líneas, para acudir a la Salud Pública española, de la cual hablaré más adelante, y hacerme una buena revisión.

Quizás, alguno de ustedes, se habrá preguntado si habré abandonado mis escritos en este prestigioso periódico. Pero, como podrán comprobar, no es así y, hoy, vuelvo a reanudarlos, dando gracias a Dios por haberme dado la suficiente fuerza para lograrlo.

Pero, volviendo a lo que quiero referirme en este artículo, opino que debemos ser conscientes de lo versátil que puede llegar a ser nuestra existencia. La realidad es que no existe nada seguro más que el momento presente. El pasado pasó y el futuro es una mera ilusión.

Por ello, una de mis citas favoritas es “Carpe Diem”, vivir el momento, no trasladar nuestro pensamiento ni hacia atrás ni hacia delante. Aunque eso es algo que no resulta nada fácil de aplicar pues, nuestra mente humana, tiene gran tendencia a trasladarse, con facilidad, tanto al pasado como al futuro, sin vivir plenamente el presente.

Como comento al principio de este escrito, esto no implica que no tengamos proyectos, ni que no intentemos construir ese posible, aunque incierto, futuro, lo mejor que podamos ni que no nos ilusionemos con lo venidero.

Eso sería, a mi modo de ver, negativo y destructivo en todos los sentidos.

Pero creo que sí sería bueno que, de algún modo, ejercitemos nuestro cerebro a ser flexible y a estar abierto a cualquier giro, por brusco, alegre y/o doloroso que pueda ser, cambiando lo cotidiano, lo que nos resulta familiar, por lo desconocido.

Por inverosímil que parezca, muchas personas aceptan con mayor facilidad las penas que las alegrías.

A ustedes, como a mí, les habrá ocurrido, al entablar conversaciones con gente a las que las cosas les van muy bien, que, en algún momento, nos hayan confesado que sienten miedo pues les parece imposible que todo sea tan positivo, amoroso y agradable.

Viven con el temor a que, esa felicidad de la que están gozando, se les pueda escapar y sufren, sin necesidad y siendo felices, por ese factible, aunque también ilusorio, cambio a peor.

agosto 29, 2010

Publicaciones en el periódico El Nacional, «Primer cumpleaños de una madre tras la pérdida de un hijo»

28 Agosto 2010, 12:54 PM
Vivencias cotidianas de allí y aquí
Escrito por: Aida Trujillo (aidatrujillo.wordpress.com)

Primer cumpleaños de una madre tras la pérdida de un hijo.

Se me murió mi rosa...

Se me murió mi rosa...

El pasado 23 de este mes fue el día de mi cumpleaños.   Todos los que me quieren intentaron alegrarme, llamándome y ofreciéndome regalos. Agradezco su amor…

Pero  el lunes resultó ser muy difícil de sobrellevar para mí.  Ha sido el primer aniversario acompañada por la dolorosa ausencia de mi hijo Jaime, fallecido en julio.

Lo primero que eché en falta, al despertar, fue su llamada telefónica desde Madrid.

Mi Jaime querido me hubiera felicitado, me hubiera mandado besos, buenos deseos y, después, me habría dicho “Mami, te tengo que dejar porque ya sabes que esto sale caro…  ¡Pero te quiero mucho!”.

Me parece estar escuchando su voz al otro lado de la línea…

Dicen los expertos que, cuando se pierde a un ser querido, el primer año es el más difícil.  Los acontecimientos se suceden, sin él, por primera vez.  Uno siente un inmenso vacío y una tristeza indescriptible.  Sobre todo cuando se trata de un hijo… Yo siento que este penar me acompañará mientras viva.

He perdido a mis padres, a dos de mis hermanos, a amigos que eran más que hermanos para mí.   Sufrí mucho cuando se fueron.

Pero este dolor por la muerte de mi hijo es único, apoteósicamente duro.  Hubiese preferido no haber tenido que llegar a conocerlo.  Lo natural es que yo me hubiese ido antes que él.

Siempre provocó en mí una profunda pena la tristeza de los padres que han perdido a un hijo.  Y  hoy, que la vivo en carne propia, aún más.   Ahora sé que no se asemeja en absoluto a lo que nos podemos imaginar, que se queda en lo que es, un sentimiento de temor y nada más…

El Dr. Jorge Bucay, célebre psicoterapeuta y escritor de múltiples libros, natural de la hermosa ciudad de Buenos Aires, en “El Camino de las Lágrimas”, nos dice (sic):

“Es que, en la muerte de un hijo, al dolor, a la congoja y a la sensación de aniquilamiento afectivo, hay que agregarle la vivencia de la mutilación.  La mayoría de los padres viven este acontecimiento como la pérdida de una parte central de sí mismos y como la destrucción de las perspectivas y esperanzas de futuro.”

Cuando mi hijo falleció hice público mi dolor.  Fue una forma, como cualquier otra, de intentar, infructuosamente, consolarme.  Fue una manera de que su muerte no resultase anónima.   Eso también duele…

Alguien, que no me quiere bien, pretendió herirme y divulgó en una conocida web que “cuando el alma cruje sobran las palabras y basta con las lágrimas”.

Respondí, ahí mismo, con el corazón herido por mi gran pérdida, que “Cuando el alma cruje no sobran las palabras ni bastan las lágrimas… ¡Si no, no existiría la poesía!”.

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